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sociedad se mueve nuevamente, o mejor dicho se sigue moviendo pero ya no hay
quien lo pueda seguir negando, al menos de manera que no evidencie intereses
creados para hacerlo, ya no es posible para nadie seguir afirmando que hemos
llegado al pináculo del desarrollo social y que de acá en más solo queda el tecnológico,
en otras palabras, Fukuyama ya no puede ser parte de una explicación
responsable de la sociedad, ya hemos superado el fin de la historia. Y aunque fuera
entendible desde el punto de vista de un paradigma en su apogeo, bastaba con un
ligero vistazo a la historia de la humanidad para comprender que era esta una opinión,
que no solo no era nueva, sino que repetidamente había fallado en predecir el
futuro. En cada etapa de la sociedad que podamos distinguir ahora, se pensó que
estábamos en la cúspide del desarrollo, y luego las cosas cambiaron.
El escenario de la globalización
como proceso fue rápidamente elevado a nivel de discurso a una realidad
consumada, y todos escuchamos desde hace varios años que vivimos en un mundo
globalizado, y todos entendíamos el mensaje, el mundo camina junto, y desde el
punto de vista de las sociedades menos desarrolladas, las diferencias consisten
solo en las velocidades y la distancia recorrida. Esto era cierto hace veinte
años, así como era cierto que era democrático que participaran solos los
hombres atenienses propietarios en la Grecia antigua, pero simplemente no es
posible mantener ninguna de estas afirmaciones en la actualidad, así como con
respecto a la democracia ateniense, los parámetros en que entendemos la globalización
ya no son los mismos, y no es que deliberadamente la manera en que se tomara el
concepto fuera acotado, sino el sentido común de la época construía un escenario
donde el mundo estaba constituido básicamente por las democracias occidentales
y donde la oposición a tal orden solo correspondía a un outsider, un enemigo a
partir del cual en gran medida justificaba el orden mundial ¿Cómo podía ser de
otra forma? Recién en las década de los noventa se acababa la guerra fría y con
el triunfo definitivo del bloque occidental, su sistema político se convertía
en EL sistema político.
De la misma manera en que ha
cambiado lo que entendemos por democracia, ahora se nos presenta como evidente
que el mundo es más amplio que las democracias occidentales, y si bien es
tentador establecer como punto de partida el derribo de las torres gemelas
atribuido a la resistencia anti occidental que representa Al Qaeda, simplemente
era inevitable una apertura de la naturaleza que estamos discutiendo, siendo
uno de los factores más relevantes de este fenómeno el surgimiento de china
como potencia económica por fuera del bloque occidental ¿cómo podría haber
explicado esto Fukuyama?
Esto solo podría ser suficiente
para justificar la afirmación sobre la dinámica social con la cual comenzamos
este artículo, pero estaríamos dejando afuera uno de los aspecto, tal vez, más interesante
para que esto sea posible, aquellos con respecto a los mismos procesos internos
de las democracias occidentales a las cuales hiciéramos referencia en un primer
lugar, de manera categórica podemos afirmar hoy que las respuestas antes dadas
para garantizar el orden y funcionamiento de las mismas ya no son adecuados
para satisfacer esta garantía, es decir, ya al nivel del antiguo mundo global
al que hacíamos referencia, ya no es posible afirmar que se logró establecer un
ordenamiento definitivo, las democracias exigen un dinamismo que las lleve a
establecer nuevas respuestas a las problemáticas que siguen presentándose.
En la sociedad del fin de la
historia, el debate político quedaba obsoleto, las respuestas desde la política
no eran ya necesarias, puesto que ya había un ganador claro, la economía como disciplina
se erigía como el ente más adecuado para resolver las problemáticas sociales,
los expertos de un sistema hegemónico donde la política se reduciría a
establecer quienes manejaran mejor los recursos y donde la discusión política seria
desdeñada como ideológica, mientras las decisiones técnicas que se mostraban
como las soluciones que correspondían a una realidad establecida, fuera de discusión,
una “naturaleza” social. Como consecuencia de este escenario vemos como a nivel
mundial las distintas democracias se reducen al enfrentamiento de bloques políticos
¿Por qué sería de otra forma si la discusión política se torna nimia? Las diferencias
de posturas entre partidos políticos de derecha eran casi inexistentes en este
marco, por lo cual su emergencia como bloque parecía natural y la izquierda,
con diferencias un poco más marcadas pero sin un marco que favoreciera sus postulados
históricos, se une también como una manera de contrarrestar esta realidad
electoral. El ejemplo más longevo de la política de bloques en este contexto es
el norteamericano, pero también tenemos ejemplo de esto en casi todas las democracias,
incluyendo la chilena, en la que si bien se explica la formación de bloques a
partir de la necesidad de acabar con la dictadura, no lo hace con la
permanencia del bloque en el tiempo.
En la actualidad ya no es
suficiente la explicación técnica, a la luz de los acontecimientos dentro de
las democracias, podemos ver como cada vez más intensamente surgen demandas que
superan las posibilidades que la disciplina económica sola pueda satisfacer,
nuevamente surge el imperativo de nuevas respuestas políticas a requerimientos
sociales. En este contexto, es imposible no verificar en la realidad que la hegemonía
teórica que nos permitía ver al mundo globalizado como un solo bloque ya no
existe, han surgido una diversidad de movimientos sociales que dan cuenta de
esta necesidad de nuevas respuestas, ante lo cual solo podemos esperar que el
sistema político de estas democracias vuelva a dar respuestas políticas diversas
para las diversas problemáticas que surjan puesto que, el mundo social, sigue
en movimiento.
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